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NUEVA PRESENTACIÓN DE ELIA BARCELÓ PERO ESTA VEZ INTERRUMPIDA CONSTANTEMENTE POR MIS (un poco) INSOLENTES PREGUNTAS

Mai 11, 2010

Nací en Alicante el 29 de enero de 1957 y viví toda mi infancia en Elda en una familia cariñosa, tolerante y divertida, de ávidos lectores.

Has puesto la fecha. ¿Crees en los horóscopos o te interesan?

Pongo la fecha porque me gusta especialmente haber nacido el 29 y porque en los papeles oficiales consta el 30 y no es verdad; nací el 29 cerca de la medianoche. Además, aunque no creo realmente en los horóscopos, siempre he sentido mucha curiosidad por la astrología, la numerología y cualquier cosa extraña relacionada con la adivinación. El 29 me gusta porque, si restas las dos cifras, dan 7, que es un número precioso, rima con el año de mi nacimiento y en Tarot corresponde al Carro, una carta muy positiva; y si las sumas, dan 11, que sumadas dan 2, que es el principio femenino del universo. Por mi fecha de nacimiento soy Acuario y, tanto si uno cree como si no, leyendo una descripción de un Acuario tipo, hay un 90% de concordancia conmigo.
Literariamente lo he explotado poco, pero antes o después lo haré porque me interesa de verdad y me resulta muy curioso todo lo, digamos, paranormal o paracientífico; es lo más parecido a la magia que tenemos de momento. Bueno, eso y la física cuántica.

Mi madre me enseñó a leer a los cuatro años y desde entonces he sido una lectora compulsiva y omnívora.

Dicen que ser compulsivo es malo, malísimo. Para ti, ¿es un atributo, una cualidad o un defecto?

Pues no sé exactamente, pero sí sé que para mí leer es una necesidad, por debajo de respirar, comer y dormir, eso sí, pero por encima de casi cualquier otra actividad no natural. En mi vida sólo he dejado ocasionalmente de leer por enfermedad o por agotamiento. Y aún así, me siento mejor después de haber leído unas páginas que llevarme al sueño y que con frecuencia colorean lo que fabrica mi cerebro dormido.

Me crié en una casa llena de libros y ahora vivo en una casa llena de libros y de plantas, que me parecen el complemento ideal.

A ver: ¿Qué entiendes por llena? ¿De cuantas plantas estamos hablando?
¿Tienes jardín? ¿Te gusta tomar el té o el café el él? Vives en Austria, ¿cómo es tu casa? ¿Eres hogareña? ¿No crees que el libro tiene dos relaciones estables muy complementarías y me refiero a la planta, pero también al gato o al perro?

En los primeros tiempos de vivir en este piso, cuando aún estaba todo vacío y nuestro primer hijo tenía apenas un año, llegué a tener más de cien plantas dentro de casa. Luego, conforme fuimos poniendo muebles y libros, y nació nuestra hija, tuve que ir reduciendo. Ahora tengo muchas menos, pero enormes, casi todas en el estudio, que es donde hago la vida. En el alféizar de la ventana de la cocina tengo siete u ocho orquídeas. Cuando el tiempo lo permite, también lleno de flores la parte exterior (tenemos una terraza mediana y dos balcones) pero, por desgracia, muchas son sólo de temporada y de las que sobreviven al invierno tengo diez o doce, dos arbolillos y tres enredaderas. Me da un poco de pena no tener jardín, pero me las arreglo con lo que tengo y ¿quién sabe?, a lo mejor en la jubilación consigo tener un pequeño jardín en España.
Mi piso en Innsbruck está en una colina, en un tercer piso sin ascensor, y tenemos unas ventanas enormes con una vista preciosa de la ciudad con sus torres y las montañas y miles de lucecitas por las noches. Estamos a diez minutos del centro (andando), pero en una calle peatonal, con lo cual no hay ruidos, y nos despiertan los pájaros al amanecer porque estamos rodeados de jardines. También tenemos el bosque a diez minutos en la dirección opuesta, hacia arriba.
Yo soy muy de estar en casa y soy muy capaz de no salir en tres días si estoy trabajando bien en una novela; aunque, desde que dejé de fumar hace año y medio, cada vez más siento la necesidad de salir a caminar o a correr al aire libre.
En cuanto a té/café soy de café cien por cien, con leche y sin azúcar. Si me dan una taza de té ya hecha, me la tomo sin problemas, pero casi nunca se me ocurre a mí sola la idea de hacerme uno, a pesar de que tengo un montón de variedades para cuando vienen los amigos.
Tienes toda la razón con lo de los animales: complementarían muy bien los libros y las plantas, pero mi marido y mi hijo son alérgicos a los gatos, y a mí me encantaría tener perro (siempre tuve de pequeña y de jovencita), pero hasta ahora habría sido un factor de estrés enorme. Siempre pienso que más adelante quizá sea posible; a ver si hay suerte!

Empecé a escribir sobre los doce años pero no publiqué mi primer relato hasta los veintidós.

Lo raro no es que escribieras a los doce sino que continuaras, ¿por qué continuaste?

Creo que fue porque, ya en Valencia, en la universidad, después de haber hecho un COU intensísimo de trabajo y de falta de tiempo, de repente me sobraban horas y me sentía muy sola, muy descolocada. Entonces empecé a escribir una especie de escenas o estampas fantásticas, que yo llamaba “espejismos”, sin ninguna ambición de que los leyera nunca nadie. Antes o después esas escenas empezaron a unirse unas a otras y de pronto noté que se me ocurrían historias cortas. A los 21 escribí la primera que me pareció presentable y a los 22 publiqué mis dos primeros relatos en el fanzine de ciencia ficción Kandama, de Barcelona.

Desde siempre me interesé por la literatura, especialmente por lo fantástico, la ciencia ficción, la novela negra y más tarde el terror y la novela histórica, de modo que todo lo que he escrito en mi vida gira de algún modo en torno a estos intereses.

El terror así propiamente, ¿no te da un poco de miedo? Cuando hablas de terror, ¿a que te refieres?

No, qué va! A mí me dan miedo las películas, a veces, pero todo lo que sea leído no es problema. Y cuando lo escribo yo es sencillamente estupendo. Me figuro que me pasa como a todos los escritores de terror que conozco: nos parece que es una magnífica forma de librarnos de nuestras pesadillas y fantasías negras.
Cuando hablo de género de terror me refiero a lo clásico: desde Poe o Lovecraft hasta Stephen King (mi favorito), Clive Barker, Dean Koonz (a veces), y para que no todos sean anglosajones, también mi buen amigo José Carlos Somoza o Pilar Pedraza.

Estudié Filología Anglogermánica en Valencia y Filología Hispánica en Alicante. En 1981 me trasladé a Innsbruck, Austria, y entré a trabajar en la Universidad de Innsbruck, en el Departamento de Romanística, (enseño literatura española, estudios culturales, y escritura creativa y académica), donde me doctoré en literatura hispánica con una tesis sobre los relatos de Julio Cortázar.

Durante diez años llevé un grupo de teatro universitario –“Tachuela” – que montaba obras en español y que me dio la ocasión de hacer muchas de las cosas que más me gustan: trabajar en grupo, jugar con la fantasía, cantar, bailar, reírme y hacer fiestas.

A ver, a ver, quedamos que lo que más te gusta es leer y escribir, también enseñar, reírte… ¿No será que te gustan muchas cosas? ¿Que más te gusta?

Ay, sí! Ese es precisamente mi problema, que me gustan demasiadas cosas y la vida es breve y siempre tengo la sensación de que los días no dan para todo lo que quiero hacer y aprender y probar. Aparte de todo lo dicho, también me fascina viajar, aprender lenguas, ir a museos, dar largos paseos tanto por la ciudad como por el bosque. Me fascinan los jardines y los cementerios antiguos, y la arquitectura y la pintura de todas las épocas. Me gusta la buena cocina –consumirla y también crearla– y los buenos vinos. Me encanta la conversación inteligente, chispeante, ingeniosa, con personas de todas las edades, y que me cuenten cosas y que me enseñen fotos de viajes o de familia (sí, ya sé que esto es raro). Me gusta leer en voz alta, sobre todo poesía y textos de otros autores. Disfruto muchísimo con el cine, el teatro y a veces alguna ópera o algún musical.
La verdad es que quizá habría terminado antes diciendo lo que no me gusta. Los hospitales, por ejemplo.

Llevo veintisiete años casada y tengo dos hijos: un chico de 24 años y una chica de 18.

Pues me parece precioso que lleves 27 años casada; ¿algún consejo para tener una feliz vida en pareja y ser buena madre (aunque una cosa no presupone la otra)?

Para una vida feliz con alguien más el mejor consejo que puedo dar, basado en la experiencia, es el respeto (siempre, siempre, siempre), el diálogo (no el monólogo sucesivo) y el sentido del humor. En una pareja, además, el cariño se da por sentado, claro.
Y con los hijos… el consejo lo heredé de un médico amigo de casa: cariño y ejemplo. Yo añado también el respeto desde el mismo momento del nacimiento. No soporto a las personas que exigen que sus hijos las traten con respeto cuando ellos mismos no lo hacen, con la excusa de que “no son más que críos”. Por supuesto el diálogo y el buen humor, igual que con la pareja, tienen que estar siempre presentes. Y luego… pura suerte, claro.

He ganado varios premios literarios, He publicado diecinueve novelas–entre juveniles y de adultos–, un libro de ensayo y más de cuarenta relatos en diferentes revistas españolas y extranjeras. Parte de mi obra ha sido traducida a dieciocho idiomas.

¿A qué hora te levantas y a que hora te acuestas?

Me levanto entre las seis y las seis y cuarto, aunque detesto madrugar, pero me parece tan horrible tener que levantarse de noche que lo hago por solidaridad, para que mis hijos –ahora ya sólo mi hija– no estén solos al empezar el día. El café compartido y la música de la radio lo hacen todo más llevadero.
Me suelo acostar entre las diez y media y las once. Un ratito de lectura y, cuando empiezo a no comprender lo que leo, apago la luz.

Escribo porque me hace feliz contar historias y sigo conservando la ingenuidad de pensar que pueden hacer que otras personas, de cualquier edad, lo pasen bien durante un tiempo y vean el mundo por otros ojos.

Pues sí, y es muy generoso porque de entrada hay muchas personas a las que has enriquecido la vida, entre las que me cuento.

Muchas gracias, Montse! Eso sí que es un piropo!

Las horas que he pasado leyendo han sido de las más felices y plenas de mi vida, y cuando escribo quiero devolver algo de lo que yo he recibido, aumentando con mis historias el patrimonio literario heredado.

Creo que así es como definiría la cultura Hannah Arendt, quejándose a su vez de la falta de tradición. Por cierto, ¿que dicen tu marido, hijos, amigos sobre lo de “las horas más plenas te las han dado la literatura”?

Me conocen lo bastante como para saber que me refiero a un plano de mi vida distinto al familiar. Todos los que me conocen saben que para mí el número uno absoluto es mi familia, luego mis amigos, luego lo demás. Pero como la lectura no interfiere con el uno y el dos, se puede meter en cualquier ratito. No molesto a nadie y soy más feliz.
En cuanto a la tradición, es algo que para mí es muy importante: saber que ha habido muchos otros antes que yo, aprender de ellos, subvertirlos en ocasiones, ver lo que yo podría aportar y saber que ese granito de arena quedará ahí por si a alguien le sirve en un futuro.

Disfruto enormemente escribiendo. Amo lo extraordinario, los misterios, los secretos, lo fantástico, las aventuras que sólo se viven a través de la palabra escrita, y los viajes auténticos a cualquier lugar del mundo.
Estoy convencida de que la vida es un regalo con el que hay que jugar y que hay que compartir para poderlo disfrutar realmente.

Me encanta tu forma de ser, de ver el mundo, tu entusiasmo, alegría y sabiduría. Creo que voy a convertirme en una periodista que busque nuevas ideas, fórmulas y juegos para seguir entrevistándote.

Muchas gracias a ti, por esa mentalidad generosa y lúdica, por haberme dado la posibilidad de conocerte –de momento sólo en plan virtual, pero ya lo arreglaremos– y de entablar contigo este juego. Lo he pasado de maravilla! Y esto es sólo el principio! Qué bien!

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